martes, octubre 31, 2006
...Al cerrar los ojos todavía estaba el mar de ganchos y esas imponentes montañas de ropa de la xs a la xxl made in sirlanka, bangladesh,indonesia,egipto,mexico y hong kong. Llanuras departamentales se veían a lo lejos,extensas, escarpadas...damas y caballeros, niños y niñas, juntas daban el paisaje de un pueblo que vestía al mundo, y se llamaba Gap.Inc.
es una sensación extraña la de enfrentarme a lo desconocido,desentrañar lo que esconde, ir hacia un lugar que no conozco, un lugar sin mis secretos, sin mis recuerdos, mis berrinches llenos de llanto, mi alegría encerrada en una ventana...me había cambiado de casa pero acompañado de mi familia, ahora mi familia eres tú y tu habitación, y todo lo que eso incluye, tu vida, tu todo...llevo tres cajas empacadas y las he hecho en la noche para disimular...mi cuarto está casi vacío, he empacado lo que más quiero...todavía falta llevarme lo que es más mío, mis 3 cajas de recuerdos, lo más preciado...y aún tengo miedo de llevarmelo, es como sacarlos de su lugar habitual...que tal si no encuentor un lugar para ellos?...seguroq ue si, no igual pero casi...cuando vea este cuarto vacío me daré cuenta que ese es el principio...no se que nos espera, se que voy a seguir viniendo aquí, a oler este cuarto, el atrapasueños en la puerta...será una nueva experiencia, un nuevo hogar, un nuevoe spacio que habitar, hacerlo a nuestro gusto, con nuestra propia vida...fiuf...falta mucho que empacar, bueno...solo mi ropa...que no es tanta, sime pongo a pensar....mi cama, y mi mueble de la computadora...y esto es increible, absolutamente increible...estamos dando pasos gigantes...
domingo, octubre 29, 2006
cuando tenía 14 años me pregunté que estaría haciendo a los 20...y se parece a lo que vi...solo que estoy mas encorvado, no tengo hijos ni tampoco estoy mas alto...pero bueno, tengo 20 y ya no me puedo echar para atrás...me gusta este momento, me siento lleno de vida, tengo la esperanza de tener un jardín algún día y plantar un manzano...mi vida es como una escalera de cáracol...lo mismo pero más alto...tengo la sensación de noe starme moviendo, de caminar por donde mismo pero avanzo...doy vueltas y no se cómo...
no creí que llegaría este momento, de estar a uno sdías de cambiarme de casa, ya está aquí enfrente de mi la vida, con muchos miedos pero con mucha fuerza, ya tenemos la casita, pintamos una pared verde y la otra café, cada quien va a tener suc uarto pero no quiero dormir solo ninguna noche porque me va a dar miedo. Acabo de terminar el cursod e improvisación, fue como aire fresco, sin la rigidez de hebert siempre en la cabeza y en el cuerpo, fue como agua a chorros por el cuerpo, estuvo muy divertido. Estoy empezando a trabajar en la Gap conh orarios bien madreados, empiezo a las 6am y termino a las 10 am...nunca me había levantado tan temprano para ir a trabajar, la otra vez se me hizo raro cruzar la línea a las 5am...queee???...todo bien oscuro...el trabajo es interminable, doblar, acomodar ropa...ponerla en su lugar...es divertido porque escucho música de los 80s super suave pero la gente hace un desmadre, le vale dejar las XXL junto con las S, o dejar un zapato de bebé arriba de una cachucha, desdoblar calzones, romper ganchos, pregutnar por tallas que ni siquiera se vana poner, pregutnar el preciod e algo que ni vana comprar...en fin...creo que el trabajo no se hizo para mi...o yo no estoy hecho para el trabajo...quizá si...es que de evras si me puse feliz cuando supe que iba a trabajar en la gap pero....pues me gustaría estar en la caja...hay una machorra que me cae mal, me ve feo y me trata como un tonto, aparte nadie se sabe mi nombre, soy como un trozo de tela en esa bodega llena de ropa, una etiqueta de 4.99 con el 50% de descuento...por lo menos no estoy haciendo pretzels...de todos modos...a cualquer trabajo le pongo peros...veo mi historial y pues si...de todo me quejo...que bárbaro...en fin...estoy emocionado porque ya nos vamos air a vivir juntos...es como casarnos...tendremos que hacer una boda privada en la playa...amanecer en una ola...en una isla desierta...en la pansa de un tiburón...el tiempo pasa como un esturnudo...
lunes, octubre 23, 2006
domingo, octubre 22, 2006
pues ya entré a trabajar...me dieron dos días horarios super feos...6 am? y levantarme a las 4 am? que pedo...se sintió tan raro crzar la líne aa esa hora con gente gringa borracha...y oscuro, todo oscuro y con un cansancio....que me cago...ya nos dieron las llaves del departamento-casita...a ver como nos va, mañana vamos a limpiar....mala semana me espera....pinche encierro en el sótano por un curso de clown...me gusta pero tantas horas? wow!...eso si es estar loco...ni pedo...todo sea por sacar bien el trabajo...en fin tengo sueño y soloq ueria decir que ya estoy trabajando, quee spero me den mas horas...tienen que...y que ya...estoy muerto de cansancio...bye...
martes, octubre 17, 2006
fiuf...muchos pensamientos en esta semana, cambios...trabajo nuevo al parecer, si otra cosa no sucede en gap...el trabajod eseado por mi cabeza desde hace ya varios años...ansío mi descuento...y mi primer cheque de esa compañía, yeii!!...por otra parte y no menos importante, la presentaicon del libro Teatro del Norte 6, que chula pero que chula se ve mi obra en papel...se ve muy bonita....claro que errores dedo pero n o culpa mía...voy a seguir escribiendo a ver a donde me llevan las palabras, no creí que estuviera pasando loq ue está pasando ene ste momento...todo me cambia...ya casi me salgo de mi casa, fiuf...ya me voy....huele a mandarina, sabe rica la mandarina...no la había probado son cascarita...
viernes, octubre 06, 2006
por todas partes, como la quiera ver estoy mudándome, de sitio, de mi propio cuerpo, de cuarto, de casa, de vida, de visceras, un corazón más palpitante, ojos más abiertos, espalda recta...hace días tomé junto con miguel la decision más memorable hasta ahora...el irme a vivir solo...y si me caigo, y si nos caemos...para eoss e hicieron las caídas supongo...estoy viendo la luz en todas partes, los rincones obscuros no me sirven...ahí vamos y no hay que pensarla tanto, algún día nos acordaremos de este día, y del otor y de los demásm de los que vana venir y de los que ya pasaron...por hoy...respiro, veo a mi familia, la abrazo con los ojos, siento las paredes de este cuarto donde lloré por quiens abe cuantas cosas...me voy a llevar toda mi casa en la piel, adentro latiendo...hasta el polvo...la frase screta detrás de mi closet que ahorita ya no seráa secreta porque la diré porque dice: tus ojos me harán renacer y que escribí en el 99, los circulitos en la pared al ladod e mic ama que casi no se ven pero que solo yo percibo, las estrellas fluorescentes que se llevaban mis recuerdos y ocurrencias, la ventana que me separaba del mundo...este cuarto que ue mi cueva, mie scondite...mi lugar de ensayos...darle la bienvenida a un nuevo lugar que habitar, que conocer...que amar....
miércoles, septiembre 27, 2006
Juanito
Le había llegado el turno de ser chofer, esperó algo así 38 años y tenía 43 de vida. Era un día simbólico, desde niño lo habían dejado con su abuelo y era tiempo de ser libre, encontrarse con la vida mas allá de unos metros, perder el miedo a ver un horizonte distinto al de la ventana de siempre. Su vida era hacer pan y venderlo en la cuadra, los vecinos le decían retrasado hasta que un día de tanto repetírselo terminó por creerlo y decidió desde la inconsciencia vivir así, jugando al trompo con una cuchara, intercambiando sonrisas por pan dulce, viendo al mundo con unos ojos tan brillantes que podrían darle luz a centenares de ciegos.
“¿Se murió o yo lo maté?” se preguntaba, resolver la duda era complicado porque siempre tuvo la sensación de estar viviendo con un muerto, con una mecedora dormilona y silenciosa; vino solo al mundo, y así solo se iría. El acta de defunción estaba inconclusa, no era muerte natural pero tampoco encontraron huellas de un asesinato. Lo realmente importante no era disipar la duda, si no utilizar la tan anhelada herencia: un taxi naranja con asientos de terciopelo rojo y luz fluorescente. No podía esperar, lo haría circular por todas las rutas de la ciudad, sentir en sus manos el placer del viaje, de ignorar los semáforos, el trafico y los baches, parar cada minuto en cualquier lugar para subir a sus pasajeros, sentirse poderoso de ver a ellos contentos, en el mismo viaje que él, evadiendo los peatones, dejando que desaparezcan instantáneamente del camino.
Lo primero era quitarse su zapato izquierdo y sacar la llave del calcetín, esto se convirtió en un ritual todas las mañanas antes del desayuno, él y la llave en la mesa, compartiendo la vida, el uno con el otro. Le había cambiado el nombre a su taxi una decena de veces, pero ahora el nombre de Juanito se le quedaría pegado en la cabeza como un ruido de taladro; algún lugar de su cuerpo le dijo que así también se llamaba él, sus adentros respondieron al llamado de ese nombre pues desde sus 15 años nadie lo había nombrado, “el de la casa amarilla” le decían, aunque sus paredes fueran casi de un gris verdoso.
Ese taxi naranja fue uno de los primeros en circular cuando la ciudad todavía no tenia transporte, antes eran muchos los dueños, después pasaría a manos de su abuelo, y así pasaron años hasta que el abuelo decidió ser vegetal, estacionó a Juanito y no lo volvió a arrancar. En ese taxi había hecho el amor, procreado a sus once hijos, y criado a su único nieto; su afición por el pan dulce vendría después, cuando el hartazgo de la televisión le llegó a todo el cuerpo y le daba a Juan, su nieto, una lista con el pan de toda la semana. En la colonia se hizo famosa la casa amarilla, otras casas se derrumbaban, se deshabitaban, se volvían a habitar, pero esta permanecía estática, con tres enjambres de abejas, montañas de publicidad y cartas desempacadas.
Ese día, Juanito estaba decidido a encontrar una persona que lo reflejara, le viera el mundo que se escondía en sus ojos, diferente a un pan, una cuchara, una llave o una silla mecedora. Subiría la cantidad posible de pasajeros hasta encontrar uno inquietante. Ahí estaba el volante frente a él, muchos botones, pedales, espejos, números, no había porque asustarse, casi toda una vida esperando ese momento, saberlo manejar no tenia porque ser tan difícil. Cerró los ojos, ¿Era lo mismo que hacer pan? ¿Algo así como mezclar los ingredientes con la levadura exacta?. Derribó la cerca de madera y ahí bajó por un barranco hasta llegar a la avenida más transitada de la colonia, siguió cerrando los ojos, no podía parar, el acelerador se confundía con el freno, las instrucciones de su abuelo se olvidaron, abrió los ojos, el carro seguía prendido, ninguna lesión, estaba justo en un semáforo en rojo, una señora con un mercado de bolsas en sus brazos le pidió la parada con ayuda de su perro chihuahua, le preguntó: “ ¿A dónde va? “ “A donde quiera”, le respondió. La señora lanzó las bolsas como pudo pues el semáforo ya era verde y olvidó a su perro chihuahua en la banqueta. Se bajaron las tensiones, Juanito pudo pasar levemente desapercibido unos metros mas, se dirigía a la Gloria, ¿Había un lugar así en una ciudad tan perdida como esta?, empezaron a reír los dos sin decir palabra, se sintieron perdidos. Juanito volteo la cabeza y sintió un fuerte jalón, una grande presión en el pecho se apoderaba de él, un hervidero, un horno a la máxima potencia, volvió la cabeza, sus ojos brillantes lograron ver a un sujeto con pistola, sus 43 años de vida quedaron reducidos en esa mirada penetrante. Bájate, le dijo el policía, pero Juanito no podía moverse, las puertas estaban selladas, los seguros no servían desde hace mucho tiempo. Una mordida en el brazo al policía, un grito y el darse cuenta de su encierro y abandono en su taxi naranja. Lo llevaron a su casa, encontraron el cuerpo de su abuelo en el refrigerador con un mes en descomposición. A Juanito le llegaba el turno de seguir viendo por la ventana.
“¿Se murió o yo lo maté?” se preguntaba, resolver la duda era complicado porque siempre tuvo la sensación de estar viviendo con un muerto, con una mecedora dormilona y silenciosa; vino solo al mundo, y así solo se iría. El acta de defunción estaba inconclusa, no era muerte natural pero tampoco encontraron huellas de un asesinato. Lo realmente importante no era disipar la duda, si no utilizar la tan anhelada herencia: un taxi naranja con asientos de terciopelo rojo y luz fluorescente. No podía esperar, lo haría circular por todas las rutas de la ciudad, sentir en sus manos el placer del viaje, de ignorar los semáforos, el trafico y los baches, parar cada minuto en cualquier lugar para subir a sus pasajeros, sentirse poderoso de ver a ellos contentos, en el mismo viaje que él, evadiendo los peatones, dejando que desaparezcan instantáneamente del camino.
Lo primero era quitarse su zapato izquierdo y sacar la llave del calcetín, esto se convirtió en un ritual todas las mañanas antes del desayuno, él y la llave en la mesa, compartiendo la vida, el uno con el otro. Le había cambiado el nombre a su taxi una decena de veces, pero ahora el nombre de Juanito se le quedaría pegado en la cabeza como un ruido de taladro; algún lugar de su cuerpo le dijo que así también se llamaba él, sus adentros respondieron al llamado de ese nombre pues desde sus 15 años nadie lo había nombrado, “el de la casa amarilla” le decían, aunque sus paredes fueran casi de un gris verdoso.
Ese taxi naranja fue uno de los primeros en circular cuando la ciudad todavía no tenia transporte, antes eran muchos los dueños, después pasaría a manos de su abuelo, y así pasaron años hasta que el abuelo decidió ser vegetal, estacionó a Juanito y no lo volvió a arrancar. En ese taxi había hecho el amor, procreado a sus once hijos, y criado a su único nieto; su afición por el pan dulce vendría después, cuando el hartazgo de la televisión le llegó a todo el cuerpo y le daba a Juan, su nieto, una lista con el pan de toda la semana. En la colonia se hizo famosa la casa amarilla, otras casas se derrumbaban, se deshabitaban, se volvían a habitar, pero esta permanecía estática, con tres enjambres de abejas, montañas de publicidad y cartas desempacadas.
Ese día, Juanito estaba decidido a encontrar una persona que lo reflejara, le viera el mundo que se escondía en sus ojos, diferente a un pan, una cuchara, una llave o una silla mecedora. Subiría la cantidad posible de pasajeros hasta encontrar uno inquietante. Ahí estaba el volante frente a él, muchos botones, pedales, espejos, números, no había porque asustarse, casi toda una vida esperando ese momento, saberlo manejar no tenia porque ser tan difícil. Cerró los ojos, ¿Era lo mismo que hacer pan? ¿Algo así como mezclar los ingredientes con la levadura exacta?. Derribó la cerca de madera y ahí bajó por un barranco hasta llegar a la avenida más transitada de la colonia, siguió cerrando los ojos, no podía parar, el acelerador se confundía con el freno, las instrucciones de su abuelo se olvidaron, abrió los ojos, el carro seguía prendido, ninguna lesión, estaba justo en un semáforo en rojo, una señora con un mercado de bolsas en sus brazos le pidió la parada con ayuda de su perro chihuahua, le preguntó: “ ¿A dónde va? “ “A donde quiera”, le respondió. La señora lanzó las bolsas como pudo pues el semáforo ya era verde y olvidó a su perro chihuahua en la banqueta. Se bajaron las tensiones, Juanito pudo pasar levemente desapercibido unos metros mas, se dirigía a la Gloria, ¿Había un lugar así en una ciudad tan perdida como esta?, empezaron a reír los dos sin decir palabra, se sintieron perdidos. Juanito volteo la cabeza y sintió un fuerte jalón, una grande presión en el pecho se apoderaba de él, un hervidero, un horno a la máxima potencia, volvió la cabeza, sus ojos brillantes lograron ver a un sujeto con pistola, sus 43 años de vida quedaron reducidos en esa mirada penetrante. Bájate, le dijo el policía, pero Juanito no podía moverse, las puertas estaban selladas, los seguros no servían desde hace mucho tiempo. Una mordida en el brazo al policía, un grito y el darse cuenta de su encierro y abandono en su taxi naranja. Lo llevaron a su casa, encontraron el cuerpo de su abuelo en el refrigerador con un mes en descomposición. A Juanito le llegaba el turno de seguir viendo por la ventana.
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