jueves, noviembre 13, 2014

Somos la ceniza de un árbol que no ha crecido.
Eres y serás esa sombra en la que reposo mis miedos e ilusiones.
Fuimos en mi cabeza, la más grande luna para esta mi oscuridad.
Cuando regreses yo ya me habré ido lejos, de mí y de todo lo que quise ser.
Ya no hay batalla ni guerra. No hay ningún hueco que llenar.
Todo lo que soy es para mí.
Esta es mi noche, esta que alguna vez te entregué con el corazón moribundo.
Por estos días dibujaste una sonrisa en mi rostro. Hoy ya nada queda. Hoy todo se ha ido a esa sombra, a ese recuerdo gris que ya no me mata. Queda este latido y el fuego en mi estómago.
Estas ganas de amarte que no se me quitan.
Estas ganas de recordar tu rostro y ese beso en la mejilla que fue tu despedida.