martes, noviembre 17, 2015

Hoy cumplimos 4 meses. Es una cifra que relativamente significa unos 124 días. No sé las horas ni los segundos. Lo que tengo claro es que estaremos aquí, respirando, por un corto tiempo. Si acaso llegaremos a los 80 años y nos quedan unos 50 por vivir, a plena conciencia y uso de razón...corazón.
Cuando llegaste a mi vida yo traía el corazón de un tamaño muy pequeño. Tuve que reconstruirlo nuevamente y juntar todas las piezas fue una tarea aleccionadora. Doy gracias a la vida por juntar nuestros caminos. He aprendido mucho de ti, la virtud de la paciencia, la comprensión, el compromiso y hablar con la verdad. Gracias por aventurarte a amarme, con todo lo que soy. Gracias por quedarte a ver mis cambios de ánimo. Gracias por escucharme y ser motivo y motor de la gran parte de mis días. Contigo soy más fuerte. Contigo soy una mejor persona. He aprendido a amar libremente, a volver por ese terreno de la confianza y la plenitud. Soy muy feliz. Tan solo basta verte a los ojos o tomarte de la mano para sentirme un gigante, a pesar de que a veces me siento como una hormiguita ciega en busca de una luz. Y es que a veces aunque me hunda en un mar de pensamientos, quiero que sepas que tus olas me calman y me regresan a la orilla, justo en el momento en el que lo necesito. Yo no sé cuánto dure nuestro amor, pero yo quiero que dure para siempre. Cuando veas una estrella, una ola o un árbol, estaré pensándote, pues ya te metiste dentro de mí y no puedo sacarte. Soy ese zorrito domesticado de El Principito. Te necesito y ya es inevitable. Para mí tú eres único en el mundo y estoy feliz de haberte encontrado. De saber que contigo quiero quedarme para siempre, por el resto de esta vida que contamos en días, meses, años. Nos quedan muchos amaneceres, atardeceres, muchas lunas que admirar, muchas caminatas en el mar, muchas carreras por correr. Quiero una vida contigo. Lo sé porque al dormir y al despertar pienso en ti. Lo sé porque mi corazón late muy fuerte a punto de salir cada que estás dentro de mí. Lo sé cuando nos vemos a los ojos y veo en mí tu reflejo. Eres la persona más hermosa que existe para mí. Gracias por existir y encontrarme. Si algún día nos separamos, por la muerte, la distancia o el tiempo, quiero que sepas que me aseguraré que allá donde yo esté, te volveré a encontrar, una y otra vez, allá arriba en el cielo donde imaginamos que todos nos vamos. Yo pienso que al final de todo, si yo me voy de ti o tú de mí, estaremos juntos frente al mar, abrazados uno al otro, viendo un atardecer eterno, sonriendo y jugando a ser felices. Te amo con todo lo que soy, con todo lo que no he encontrado en mí y descubriré junto a ti. Todo te lo entrego.  Todo este mar infinito que se llama Julio es para ti.