miércoles, mayo 10, 2006

La línea

Guardo mi soledad en una maleta, en las noches me despierto a oler el mar, veo como la marea se parece a mi vida, siento un abrazo de sal que se impregna en mi cuerpo, entonces puedo dormir y olvidarme que soy distancia y sigo huyendo del abandono. Me fui de esa casa porque no había lugar para mi, respirábamos apretados, dormíamos 14 en una cama de resortes. He venido al mar y entregarme al naufragio, al principio pensaba en buscar a mis padres pero el tiempo es poco, deseo buscarme a mi misma, me he reportado extraviada y nadie ha salido a buscarme, la recompensa es poca, nadie recuerda mi cara, quizá esté demasiado perdida para mi misma también. No sé cuantas veces me he dejado tragar por el mar y cuántas veces me he tomado toda su agua, yo navego entre la línea del cielo y el mar, esa línea casi imperceptible, tan invisible en la noche, es la única línea que existe aquí, las palabras no me alcanzan para describir lo que vivo, los 3,000 kilómetros de frontera han desaparecido misteriosamente, hubo más de diez intentos fallidos de los Estados Unidos por recobrar los límites de su territorio hasta que sus fuerzas decayeron, ahora no hay ningún borde que cruzar, las líneas internacionales se volvieron parques con monumentos, la gente va y viene como los pájaros y no hay que pedir permiso.
Ahora ya terminaron los negocios de polleros, las curios dejaron de existir y las Border Patrol sirven de transporte público express . Al principio se intentó hacer una muralla humana pero las mismas fuerzas misteriosas que hicieron del muro divisorio sólo polvo debilitaron a la gente, hasta la fecha duele recordar el suceso extraño y sobre humano, al principio lo creyeron espejismo o una iniciativa de las naciones para construir un muro más alto y renovado. Es tan fácil tener la sensación de estar en un mismo lugar, somos ciudadanos del mundo, no hay nadie que se parezca a un ilegal, la única frontera que me queda por cruzar es la mía, la misma construida en mi cuerpo y sentimientos. Estoy esperando alguien decidido a dejar la tierra e ir tras ese horizonte entre el mar y el cielo, estoy segura, que allá lejos, no existe ausencia ni adioses incomprensibles. Espero alguien límite, poder migrarme a su cuerpo, migrándonos de una piel a otra, de una idea a otra, alojándonos en un tiempo y espacio lleno de líneas y batallas imaginarias, encontrando el borde que nos divide y nos acerca, el trazo geométrico que tiene nuestro cuerpo, la simetría de nuestra cara.
Ahí viene, se llama Ray y no oye, tiene la misma boca de la foto de mi papá que traigo guardada en mi maleta, él me ayudó a construir la balsa. Con el único fragmento de frontera que quedó hicimos la base, le pusimos balsa 156 porque es el número de identificación del pedazo un poco escarchado. Ray estaba aquí cuando el fenómeno ocurrió, él dormía en la playa pero del otro lado, cuando allá se llamaba San Diego y acá Tijuana, vivía buscando oro debajo de la arena con un detector de metal que le regaló su bisabuelo. Cuando la frontera desapareció Ray estaba dormido, ya era de madrugada cuando oyó un estruendo que le aturdió los oídos y lo dejó sordo, al principio, me cuenta, sufrió desesperación, pero con el paso del tiempo se acostumbró, cuando el borde existía le gustaba llegar hacia él y mirar por una de las ranuritas. Nosotros jugamos con el territorio, penetramos en él sin prejuicios, dándonos continuamente a él y a nosotros. Somos terreno conquistable, no existe ninguna dominación, simplemente nos conquistamos con las manos, con la mirada, con el pie. Hemos hecho el amor en la balsa, me gusta estar con él porque no me oye y no puede reclamarme nada, puedo creer que me escucha pero en el fondo se que no, cuando me meto a nadar al mar con él me siento sirena, una ola que nace en su boca, espuma que brota de sus cabellos y me hace agua dulce.
Estamos inmersos ya en la superficie del mar, estamos solos, nada pasa, vimos a la tierra por ultima vez hace mucho tiempo, este viaje me hunde, amanezco seca aunque haya mucha brisa, falta mucho para llegar a la línea, parece como si el mar y el cielo se amaran profundamente, como si estuvieran amarrados entre si, como si se penetraran siempre y nunca se separaran, parece lejos y ha sido largo el camino, Ray parece muerto, no se si ya está muerto, al principio pescaba y comía crudo el alimento del mar, ahora no se mueve, está ido y no parpadea, ve el infinito, lo puedo observar en sus ojos, es la línea, la larga línea que nos separa y nos une a la vez, esta en él de una manera necia y perturbadora, yo lo veo, me quedo a la deriva, soy una sirena que flota en sus ojos, veo también, pasar una parvada de pájaros, tal vez sean gaviotas o pelícanos, ellos pasan, así como un avión, una excusa, un perdón o un adiós. Cierro los ojos y trepo al recuerdo más alto dentro de mi cabeza, soy una niña que se columpia en él sin caer, nos vamos sumergiendo poco a poco, tiro mi maleta, tiro lo que ha dejado de servirme, me tiro, no me importa regresar, se que después de todo, tanto yo como la distancia somos pájaros que no sabemos volar.