5 Y 10 son 15
un trabajillo pa la escuela sacado de mi manga más larga...
Llevo meses cruzando, vagando y no llego a ningún lugar. Soy de repente el ruido, la calle, la basura, somos 5 o 10, todos nosotros somos parte de este crucero compacto, 5 y 10 son 15...somos muchos cargando la soledad, el hambre, el interminable hastío, vamos algunos con prisa como los demás, parece que a nadie le importa si nos arrastramos, si hedimos, si gritamos o nos da frío, mucho frío. Nos queda a nosotros hurgar entre la basura, todo aquí es desperdicio, todo aquí es una búsqueda silenciosa de auxilio. Nos movemos al ritmo de los camiones de carga y las calafias, estamos inmersos en una atmósfera desordenada, todos van a un punto, no importa cual, unos se atropellan y otros se miran los zapatos pero nunca los ojos, nunca me miran a los ojos...mis ojos, ¿Porqué doy tanto asco?. Tengo tantas ganas de seguir viviendo, él va al trabajo, aquella señora va al Swap Meet, aquellos niños comen mango y churritos, aquellos muchachos corren hacia su calafia que está a punto de irse, se fue...veo calafias: Insurgentes, Morita, Guaycura, Anabel, Florido, El Pipila, Villa del Sol, Villa fontana, todas las villas, montes y cañones...nunca me he subido a una. Son las dos de la tarde o quizá ya las tres, hay elotes, tamales, fruta, gorditas, palomas, pancartas de lucha libre, pancartas: Felipe Calderon, Madrazo... gorras, pulseras, perros, trafico, claxons ensordecedores, todo se mete en mi de una manera acelerada...¿Por qué este puente es tan largo y parece como si nunca terminara?. Aquélla compañera viejecita se llama Lupe, pero yo le digo lupilla y me hace un guiño mientras tambalean sus brazos. A veces con las miradas parecemos rivales, algunos somos compañeros...algunos solamente, quiza dos, nadie sabe como llego aquí, no nos acordamos, al menos yo no me acuerdo y mejor me duermo abajo del puente con mi cobija que era azul y unos cartones y periódico, La lupilla viene aquí desde las 6 15am, cuando los muchachos de la secundaria agarran los taxis rojos y les pide dinero, con ese botecito naranja, veo ahora como Lupilla, dice palabras al viento que se confunden con el sonido de los vendedores de pollo, de la farmacia, del pique y ahorre, ellos no saben lo que dice pero le dan dinero, ella lo guarda y se persigna, trae cargando consigo una bolsita blanca y un chalecito gris, su pelo es blanco, gris, negro...ella pide sentada, no puede estar mucho parada, a ella le gusta ver a los militares y a los niños comiendo paleta, jugando pelota, le asustan las palomas y de vez en cuando se cambia de lugar...aquel es el Chulo, le digo así porque me da la gana, esta prietito como yo, quizás mucho menos, el esta sentado pidiendo con un vasito del Kentucky, a él le dan menos a la Lupilla, a mi pues, de vez en cuando me dan, yo me canso de pedir y es entonces cuando me tardo horas leyendo lo que encuentro en la basura, lo que me regalan los Aleluyas, escribo en esta libreta para acordarme como llegar a mi casa, si es que de repente me llega alguna idea de cómo era mi casa, de cómo soy...me baño con el agua de lluvia, aquella señora es la Motita, le gusta fumar demasiado y a ella no le importa hacer del baño al aire libre, le dicen loquita pero yo no sé, aquel que pasó a su lado es el Mochas, le digo así porque no tiene piernas, yo me pregunto que haría toda esta gente sin piernas, a todos los veo contándose su historia, inventándose cuentos cada vez que cruzan los puentes o el subterráneo. Es hora de cruzar de nuevo, contarme un cuento, cruzar muchas veces hasta no encontrar la nada.