domingo, julio 11, 2004

"Los puñales hacen sangrar"


Ya habían pasado 7 horas después del cumpleaños de mi abuelita, el triunfo Num. 15 Manos grandes estaba en el cuarto de enfrente disfrutando de la cavidad profunda de otro hombre, al oír sus gemidos el dedo gordo de mi pie izquierdo reaccionó excitado, mis ojos se me llenaron de sudor al ver esa carnicería debajo de la cama, esos pedazos milimétricos de piel rancia y envejecida que perdí con el paso de la madrugada en ese cuarto de motel "Salsita Picante", acompañado de mi triunfo Num.16 Prieto Nalgon. Mi respiración ardiente como quemadores de estufa viajando por las sabanas rotas y hediondas hacía que mi nuevo masturbante Prieto y Nalgón se despertara de improviso y con unas ansias incontenibles me empezara a acariciar por enésima vez el ombligo, no sin antes empezar su ritual de ir al baño del cuarto y rezar un padre nuestro express. Había dormido 2 horas al lado de ese mayate consumado inventor de sus propios nombres y pequeños placeres, esa noche se dijo llamar Carol y yo le creí. Mi boca estaba seca a pesar de los litros de semen que yo había acumulado en mi boca horas antes para no tragármelo y sentirlo en el vientre, siempre lo expulso para barnizarme el cuerpo y oler distinto, a sábado hotelero. Carol era una vestida mentirosa, prieta y nalgona, desgraciada de los pies a la cadera, lo demás eran atributos plásticos inyectados, el colágeno era su consolador preferido. La conocí en un semáforo en amarillo, su falda me recordó a los vestidos de flores de mi abuelita, quise reconstruirla en mi mente como queriéndole regalar un abrazo de cuna. El recuerdo melancólico pudo mas que mi abstinencia y. la invite a pasar a mi carro con el pretexto de que se parecía a mi abuelita, que todas sus facciones incluyendo sus bucles negros cabían en el molde de mi abuela muerta de 78 años, no se ofendió, al contrario, me regaló un instructivo de vida. Le comenté si quería entrar en mi lista de "Encuentros sexuales con travestís los sábados de verano". Me sonrío y con una mueca expresó que le encantaría, y sin preguntarme mi edad exacta nos fuimos a Playas, conversamos de nuestros vicios, nuestras prisiones y vergüenzas parafínicas hasta que se le salió toda la sopa :Era una diva erotic dancer desde los once años que disfrutaba de hacerse hot cakes en forma de corazón con un puñal atravesado, me dijo que esos hot cakes eran mas sabrosos que múltiples orgasmos combinados con el sentir de una vagina sangrando...si, ella se inventaba aparte de sus nombres, menstruaciones con salsa picante porque la catsup era demasiado irreal para ella. A las 3 15am ya estábamos llenos de espuma de las aguas de la frontera, me faltaba el duelo en la cama de un motel desconocido para que Carol, mi nueva amiga fuera parte de mi lista. Nos fuimos de Playas mojados de neblina, a Carol le dio por quitarse la peluca, estaba toda pelona pero aun así se veía guapa, podría haberse maquillado e imitado a Mónica Naranjo en ese momento, así tuviera los dientes podridos. Después de contarnos los poros y los vellos del cuerpo decidimos visitar a mi abuela al panteón para dejarle la falda con bordado de flores de Carol como regalo de cumpleaños. La noche casi se caía de allá arriba cuando llegamos a un motel desconocido con paredes rojas atrayentes, con un ligero toque de levadura en sus ventanas, Carola se sonrojó al ver el nombre del lugar pues se llamaba como el ingrediente de sus fluidas menstruaciones. Nos dieron un cuarto asfixiante con olor a salsa picante y una cama con sabanas rotas y llenas de cenizas. Esa madrugada Carol y yo compartimos olores, ella logró hacer hot cakes en mi espalda, el comal era mi piel encendida, me llenó de su mantequilla y su mermelada, la leche yo la contenía en mi boca, hallamos en nuestros cuerpos los ingredientes perfectos, ni la tía Jemima pudo haber hecho mejor mezcla. Los hot cakes estaban exquisitos, su miel derramada en su cuerpo yo la lamía con todas mis lenguas de lumbre, sus puñales en forma de masa me sangraban el estomago. Justo en ese momento Carol fue a rezar su padre nuestro y yo saque de mi zapato izquierdo la lista triunfal, había mudado de piel muchas veces, me dormi tarareando una de Cafe Tacuba...ni hablar mujer, tu traes puñal...cerré mis ojos, no supe de Carol. Me despertó el grito orgasmico de mi anterior triunfo Num.15 y en el deseo que me poseía adivine que los puñales hacen sangrar aunque tengan esencia y forma de hot cake.