Frasesillas de Pedro Páramo de Juan Rulfo:
Sube o Baja según se va o se viene. Para el que va, sube; para el que viene, baja.
Sus ojos eran como todos los ojos de la gente que vive sobre la tierra.
El aire nos hacía reir; juntaba la mirada de nuestros ojos, mientras el hilo corría entre los dedos detrás del viento, hasta que se rompía con un leve crujido como si hubiera sido trozado por las alas de algún pájaro.
Había estrellas fugaces. Caían como si el cielo estuviera lloviznando lumbre.
Cada suspiro es como un sordo de vida del que uno se deshace.
Por dentro estoy hecha un mar de lodo.
Yo le quise decir que la vida nos había juntado, acooralándonos y puesto uno junto al otro.
. Allí, donde el aire cambia el color de las cosas; donde se ventila la vida como si fuera un murmullo; como si fuera un puro murmullo de la vida...
El Cielo es grande, ni quien lo dude.
Todo lo que se pudiera conseguir de modo que no nos quedara ningún deseo, sólo el tuyo, el deseo de ti.
ESTE MUNDO, QUE LO APRIETA A UNO POR TODOS LADOS, QUE VA VACIANDO PUÑOS DE NUESTRO POLVO AQUI Y ALLA, DESHACIENDONOS EN PEDAZOS COMO SI ROCIARA LA TIERRA CON NUESTRA SANGRE. ¿QUE HEMOS HECHO? ¿PORQUE SE NOS HA PODRIDO EL ALMA?
Mi cuerpo se sentía a gusto sobre el calor de la arena. Tenía los ojos cerrados, los brazos abiertos, desdobladas las piernas a la brisa del mar. Y el mar allí enfrente, lejano, dejando apenas restos de espuma en mis pies al subir de su marea. El mar moja mis tobillos y se va; moja mis rodillas, mis muslos; rodea mi cintura con su brazo suave, da vuelta sobre mis senos; se abraza de mi cuello; aprieta mis hombros. Entonces me hundo en él, entera. Me entrego a él en su fuerte batir, en sus uave poseer, sin dejar pedazo.
Perdida en la nada al sentir que se quebraba su carne, que se abría como un surco abierto por un clavo ardoroso, luego tibio, luego dulce, dando golpes duros contra su carne blanda; sumiendose, sumiéndose más, hasta el gemido.
Mi cuerpo transparente suspendido del suyo. Mi cuerpo liviano sostenido y suelto a sus fuerzas. ¿ Qué haré ahora con mis labios sin su boca para llenarlos? ¿Qué haré de mis adoloridos labios?
Vivimos rompiendo nuestro mundo a cada rato.
Tengo la boca llena de tierra.Tengo la boca llena de ti, de tu boca. Tus labios apretados, duros como si mordieran oprimiendo mis labios...trago saliva espumosa; mastico terrones plagados de gusanos que se me anudan en la garganta y raspan la pared del paladar...Mi boca se hunde, retorciéndose en muecas, perforada por los dientes que la taladran y devoran. La nariz se reblandece. La gelatina de los ojos se derrite. Los cabellos arden en una sola llamarada.
Estaba acostumbrado a ver morir cada día alguno de sus pedazos.
Porque tenía miedo de las noches que le llenaban de fantasmas la oscuridad. De encerrarse con sus fantasmas. De eso tenía miedo.