Yo era rígido y frío, yo estaba tendido sobre un precipicio; yo era un puente. En un extremo estaban las puntas de los pies; al otro, las manos, aferradas; en el cieno quebradizo clavé los dientes, afirmándome. Todo puente que se haya construido alguna vez, puede dejar de ser puente sin derrumbarse.
Franz Kafka.