lunes, diciembre 20, 2004

y la voy a poner, pero nomás por no perder la costumbre...

Vagabundo´s Show

Cuando imito veo fotos que se deslizan por mi escenario improvisado y me embarran de pasado, es entonces cuando estallan todos mis secretos y en cada nota hay una confesión, se me corre todo el maquillaje de semanas antes y se me llena el cuerpo de vergüenzas y arrepentimientos. Estoy harto de ser muchos y uno a la vez. Mi bar lo encuentras donde sea, mi bar es de buena muerte porque su delicia consiste en engancharte necia y livianamente con la mueca más sutil. Esa noche que reconocí a Polen, mi amigo de la infancia que es luchador y ahora es famoso con el apodo de Beso de Polen, debuté como Eugenia León. Ni mis 25 kilos demás y mi ancha espalda pudieron detenerme, tenía un color de labios de todos los rojos, un vestido con plumas de paloma blanca y un maquillaje duro color a tierra. Mi escenario consta siempre de tres luces parpadeantes color rojo, amarillo y verde colocadas indistintamente a ocho metros de un puente peatonal, en una plataforma decorada con basura donde los carros silban y los perros piropean y ladran pidiendo otra canción, aunque sea la misma. Esa noche despejada y con viento que acaricia a cualquiera, descubrí que tenía a mi mejor amigo de la infancia como único publico, esperando impaciente la presentación estelar anunciada por mí un minuto antes.
Huí de la casa de mis abuelitos cuando tenía 16 años porque me echó cuando nos encontró a Beso de Polen, a su primo y a mí vestidos con los tacones, minifaldas y escotes de su novia Rumina de 23 años. Aparte, que anteriormente nos había cachado jugando a los encantados completamente desnudos por su casa. Tengo muchos nombres y con ninguno me identifico, me he puesto 89 veces el apodo de Carnala, porque así me decía Beso de Polen por masticar la carne cruda, y hasta la fecha me gusta la carne, aunque esté sudada y repleta de debilidades. Cada día me llamo diferente, tengo tantos nombres que los enlisto en una pared donde anuncian la lucha libre de todos los viernes, hay veces que me despierto y quiero coleccionar un nombre nuevo pero el tráfico y el desvelo me impiden que yo me invente uno, es cuando acudo a mi pared y elijo con los ojos cerrados el nombre del día, a veces uno nombres y es cuando tengo 3 y me vuelvo loco. Un día me llamé Nenita Mojada Chiquita por hambre, prisa y mera distracción. Puedo llegar a llamarme un sentimiento, una flor, un pan, un número, un paisaje, una personalidad o una cosa, a la hora del aplauso eso no tiene porque importar, cuando conozco a una persona lo primero que le pregunto es su nombre para guardármelo en la mente y algún día llamarme así. Hay veces que no sé ni como me llamo y digo cualquier cosa, he llegado a pensar que no soy nadie pero con mis nombres puedo desobedecer libremente a todos los hombres que me persiguen y me chiflan y a ser famoso en cada crucero y avenida sin que me lleguen a desenmascarar. Aquel momento en el que Beso de Polen llegó frente a mí, canté Pájaros Perdidos recordando nuestros días interminables en el techo de su casa, contando el número de pájaros que pasaban en el día. Yo lo reconocí aun con su mascara color roja y plateada, pues tenía ese extraño e inconfundible lunar en el codo derecho; Beso de Polen se quedó inmóvil, percibiendo mi canto, viéndome los ojos, esta vez tuve un publico que no ladraba, ni pitaba, ni se tapaba las orejas. Yo no sabía si quería golpearme o si era puro mecanismo de defensa, pero no ocupé tres caídas para resignarme y verme triunfar ante él. Repentinamente ese triunfo dudoso parecía desprenderse junto con el viento y el polen que se transformaba frente a mí. Esa mascara roja me empezó a entibiar el cuerpo y a intentar violentarme. Quise simular mi pánico, maquillar mi cara de fortaleza, olvidarme de mi apodo de Carnala e imitar a alguien que no fuera Eugenia León...demasiado tarde, un golpe me alejó de la noche, abrí los ojos y quise que Beso de Polen se acordara de mí, que intentara pensar que soy su amigo Hugo, el que hacía lodo y mataba hormigas con él. Pero Beso de Polen solo dudaba, y cuando quiso abrir la boca lo besé y entonces comprendí que yo sólo era una foto que incitaba a un recuerdo mal vivido. Cuando sentí sus labios quise desenmascarar al Polen de antes, quise que sus labios me inventaran un nombre, me leyeran el cuerpo y adivinaran mis notas, que deshicieran y reconstruyeran la letra de mis canciones y que me desmaquillaran mi identidad...y así sucedió. Beso de Polen corrió de improviso, y desde aquella vez sus labios no han vuelto a nombrarme, desde esa vez no tengo ni quiero otro nombre que no sea Hugo.